No tiene el encanto de un 911 o un Cayman; se podría decir que es bonito, pero no precioso. En el interior esto no pasa. Tanto el diseño como la ergonomía, el espacio, la calidad o los materiales empleados consiguen un conjunto muy agradable y elegante, a la altura de lo que se espera para un coche así. Pero ya saben, esto es un Porsche y las posibilidades de configuración interior de distintos materiales, asientos, volantes permiten, además, interiores al gusto de cada uno, aumentando la factura final, claro. Los asientos que llevaba nuestra unidad eran los deportivos opcionales con reglaje eléctrico -1.493 euros-, muy cómodos y fáciles de adaptar, aunque entre sus múltiples reglajes, y por rizar el rizo, echamos en falta que la banqueta pueda variar su inclinación también hacia delante. Con todo, la postura de conducción es muy cómoda tanto para la conducción deportiva como para plantearse largos viajes. Detrás el confort es extraordinario. Dispone cotas muy generosas en anchura, altura y espacio para las piernas. Como referencia, un Audi S8 -potencial rival en todos los apartados- ofrece unos centímetros menos en altura y espacio para las piernas, de ahí que incluso se pueda plantear la posibilidad de utilizar este coche con chófer, que sería muy afortunado, por cierto.
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